“No te preocupes por las cosas que generan preocupación, desorden y ansiedad. Una sola cosa es necesaria: Elevar tu espíritu y amar a Dios.”
Padre Pío de Pietrelcina
¿Quién fue el Padre Pío?
Francesco Forgione, conocido como el Santo Padre Pío, nació en el seno de una humilde y religiosa familia, el Miércoles 25 de mayo de 1887 a las 5 de la tarde, hora en que las campanas de la Iglesia sonaban para llamar a todos los fieles a honrar a la Virgen Santísima en su mes. Padre Pío nació en una pequeña aldea del Sur de Italia, llamada Pietrelcina, una pequeña villa en la provincia de Benevento, Italia. Sus padres, Horacio Forgione y María Giuseppa de Nunzio Forgione, ambos agricultores, encomendaron la protección de su recién nacido a San Francisco de Asís, por esta razón le bautizaron con el nombre de Francisco al día siguiente de su nacimiento en la Iglesia Santa María de los Ángeles.
El Padre Pío, cuando era aún un bebé, lloraba desconsoladamente al grado que su padre no lograba descansar por la noche de lo fuerte y constante de su llanto, su padre decía que “al bebé nunca se le acababa el aire”. Una vez que se encontraba con su papá a solas en casa, este no pudo consolarle para que parara de llorar y lo arrojó en la cama exclamando: “Parece que el diablo hubiese nacido en mi casa”. Relata el Padre Pío que desde ese preciso momento, nunca más volvió a llorar así.
La familia Forgione vivía en el sector más pobre de Pietrelcina. Francisco fue pobre, pero como él mismo diría más adelante, nunca careció de nada… Los valores eran diferentes en aquella época; un niño se consideraba dichoso si tenía lo básico para vivir. Fue un niño muy sensible y espiritual.
Breve resumen de la vida del Padre Pío
- Vocación y Formación: Su vida transcurrió en los alrededores de la Iglesia Santa María de los Ángeles, que podríamos decir fue como su “hogar”. Aquí fue bautizado, hizo su Primera Comunión, su Confirmación, y precisamente aquí, a los cinco años de edad, tuvo una aparición del Sagrado Corazón de Jesús. El Señor posó Su mano sobre la cabeza de Francisco y este prometió a San Francisco que sería un fiel seguidor suyo. El curso de su vida y su vocación quedaría desde ese momento sellado. Padre Pío se ofrece a tan corta edad como víctima. Este año marcaría la vida de Francisco para siempre; empieza a tener apariciones de la Santísima Virgen, que continuarían por el resto de su vida. También tenía trato familiar con su ángel guardián, con el que tuvo la gracia de comunicarse toda su vida y el cual sirvió grandemente en la misión que él recibiría de Dios.Es también a esta edad que los demonios comenzaron a torturarlo. El niño acostumbraba a cobijarse bajo la sombra de un árbol particular durante los cálidos y soleados días de verano. Amigos y vecinos testificaron que fueron en más de una ocasión las veces que le vieron pelear con lo que parecía su propia sombra. Estas luchas continuarían por el resto de su vida. Fue un niño callado, diferente y tímido, muchos dicen que a tan corta edad ya mostraba signos de una profunda espiritualidad. Era piadoso, permanecía largas horas en la iglesia después de Misa. Hizo hasta arreglos con el sacristán para que le permitiera visitar al Señor en la Eucaristía, en los momentos en los cuales la iglesia permaneciera cerrada. Desde muy temprana edad mostró un gran interés por la vida religiosa y, a la edad de 15 años ingresó a la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos. Tras completar sus estudios filosóficos y teológicos, fue ordenado sacerdote en 1910.
- Ministerio en San Giovanni Rotondo: A partir de 1916, el Padre Pío vivió la mayor parte de su vida adulta en el convento de San Giovanni Rotondo, donde ejerció su ministerio sacerdotal y se convirtió en un confesor y director espiritual, muy buscado por la gente de Italia y de todo el mundo.
- Confesiones: El amado Padre Pío tenía el don para leer las almas durante sus confesiones, de este modo ofrecía consejos espirituales y dirección en la vida de oración. Era conocido por acercar a los fieles a una verdadera reconciliación con Dios mediante la confesión y absolución de los pecados.
- La Bilocación: El conocido fraile capuchino contaba con el don de la bilocación. Poseía la capacidad de estar en dos lugares al mismo tiempo, un don que utilizó para consolar a los fieles, asistir espiritualmente a los necesitados y realizar obras de caridad. Testimonios de diversas personas afirman haberlo visto simultáneamente en diferentes partes del mundo, incluso cuando físicamente estaba en su monasterio en San Giovanni Rotondo. Esta habilidad milagrosa es una de las muchas que han sido documentadas y que contribuyeron a su canonización, evidenciando su profunda espiritualidad y cercanía a lo divino.
- Estigmas: El Padre Pío de Pietrelcina es también conocido por los estigmas que aparecieron en su cuerpo (marcas visibles de las heridas de Cristo en la crucifixión). Los estigmas surgieron en 1918 y permanecieron hasta casi el día de su muerte en 1968. Fueron objeto de asombro y controversia. Aunque algunos los consideraban un milagro, otros dudaban de su autenticidad. Sin embargo, el Padre Pío soportó estos dolores con humildad y resignación, viéndolos como una forma de participar en el sufrimiento de Jesús por la redención de la humanidad. Su experiencia con los estigmas profundizó su espiritualidad y atrajo a numerosos fieles en busca de consuelo y guía espiritual.
- Los enemigos: A pesar de su santidad y dedicación a la fe, enfrentó numerosos enemigos y detractores a lo largo de su vida. Algunos miembros de la Iglesia, incluyendo altos jerarcas, dudaban de la autenticidad de sus estigmas y otros dones místicos, sospechando que podían ser fraudes. Además, enfrentó la incomprensión y el escepticismo de ciertos médicos y científicos que no podían explicar sus fenómenos sobrenaturales. Estas dudas y acusaciones llevaron a que, en varias ocasiones, se le impusieran restricciones en su ministerio y se investigara su vida y sus milagros, lo que causó sufrimiento y desafíos adicionales a su camino espiritual.
- Grupos de Oración: “Lo que le falta a la humanidad, repetía con frecuencia, es la oración”, decía el Padre Pío. A raíz de la Segunda Guerra Mundial, el mismo Padre Pío funda los “Grupos de Oración del Padre Pío”. Los grupos se multiplicaron por toda Italia y el mundo entero. A la muerta del Padre, los grupos eran 726 y contaban con 68.000 miembros, y en marzo de 1976 pasaban de 1440 grupos con más de 150.000 miembros. “Yo invito a las almas a orar y esto ciertamente fastidia a Satanás. Siempre recomiendo a los grupos, la vida cristiana, las buenas obras y especialmente la obediencia a la Santa Iglesia.“
- El Padre Pío y los niños: sentía un profundo amor y compasión por los niños, quienes ocupaban un lugar especial en su corazón. A menudo se le veía bendiciendo y orando por ellos, reconociendo su pureza e inocencia. Para el Padre Pío, los niños eran una manifestación del amor de Dios y siempre se esmeraba en protegerlos y guiarlos espiritualmente.
- La Misa: El Padre Pío se levantaba todas la mañanas a las tres y media y rezaba el oficio de las lecturas. Fue un sacerdote orante y amante de la oración. Solía repetir: “La oración es el pan y la vida del alma; es el respiro del corazón, no quiero ser más que esto, un fraile que ama“. Celebraba la Santa Misa en las mañanas acompañado de dos religiosos. En una ocasión se le preguntó si la Santísima Virgen María estaba presente durante la Santa Misa, a lo cual él respondió: “Sí, ella se pone a un lado, pero yo la puedo ver, qué alegría. Ella está siempre presente. ¿Cómo podría ser que la Madre de Jesús, presente en el Calvario al pie de la Cruz, que ofreció a su Hijo como víctima por la salvación de nuestras almas, no esté presente en el calvario místico del altar?“.
- Oración y Penitencia: El Padre Pío vivió una vida de intensa oración, penitencia y sacrificio, dedicando muchas horas al día al Santo Rosario y a la confesión. También fundó el Hospital Casa Alivio del Sufrimiento, un hospital que reflejaba su profundo deseo de aliviar el sufrimiento humano, tanto físico como espiritual.
- Canonización y Devoción: El Padre Pío murió el 23 de septiembre de 1968 (es por ello que mensualmente las Parroquias del Padre Pío lo conmemoran cada 23). Su legado de santidad, humildad y entrega total a Dios continúa inspirando a millones de personas en todo el mundo. Fue canonizado por el Papa Juan Pablo II el 16 de junio de 2002 y es conocido en todo el mundo como un poderoso intercesor en la oración por los enfermos y los que sufren.Su vida y enseñanzas siguen siendo una fuente de inspiración y ejemplo de santidad para todos aquellos que buscan crecer en su relación con Dios y vivir una vida de auténtica devoción y entrega al servicio de los demás.
El Padre Pío, los ángeles y arcángeles
El Padre Pío de Pietrelcina mantenía una profunda relación espiritual con los ángeles y arcángeles, a quienes invocaba frecuentemente en su vida de oración y servicio. Se cuenta que experimentaba encuentros místicos con estos seres celestiales, quienes le brindaban consuelo, protección y guía en su camino espiritual. El Padre Pío solía encomendar a los ángeles y arcángeles las necesidades de las personas que acudían a él en busca de ayuda, confiando en su intercesión ante Dios. Esta conexión con el mundo angelical era una parte importante de la espiritualidad del Padre Pío y reflejaba su profunda confianza en la providencia divina y en el poder de la intercesión celestial en la vida de los fieles.
El Padre Pío y la Virgen de Fátima
En 1959 cuando San Pío de Pietrelcina estaba gravemente enfermo, postrado en una cama, rezó ante una imagen de la Virgen Peregrina de Fátima.
El Padre Pío tenía 72 años y estaba sufriendo pleuresía. El santo fue tan afectado que dejó de atender sus benditas confesiones, dejó de dar la bendición con Santísimo Sacramento a los fieles y de celebrar la Misa, que él tanto amaba dar.
Nuestra Señora de Fátima llegó en un helicóptero a San Giovanni Rotondo en Agosto y a partir de ese momento todo cambió para el Santo.
El día 6 de Agosto el Padre Pío fue capaz de asistir a la iglesia y se detuvo frente a la imagen de Nuestra Señora de Fátima y debió sentarse debido a su agotamiento. La estatua fue bajada hasta la altura de su rostro, el amado Padre Pío le ofreció un Rosario y le besó los pies a la imagen de la Virgen.
En el transcurso de la tarde, cuando la imagen de la Santísima estaba por dejar el convento, el helicóptero dio 3 vueltas sobre el convento, algo que más tarde ni el mismo piloto pudo explicar.
En aquel instante el Padre Pío lamentó: “Mi Señora, mi Madre, viniste a Italia y me enfermé, ahora te vas a ir y me dejas todavía enfermo”.
El Padre Pío sintió un fuerte escalofrío lleno de calor y bienestar luego el capuchino exclamo: “¡Estoy curado! ¡Nuestra Señora me curó!”. En ese momento se hizo el milagro, obteniendo una sanación al instante el Santo fraile.
La devoción del Padre Pio a la Virgen María fue expresada a lo largo de toda su vida, tanto de palabra como de obra. Dicen que el Santo solía rezar el Rosario de 15 Misterios hasta 35 veces al día. Uno de sus consejos era el de “Amar a la Señora y rezar el Rosario, porque el Rosario es el arma contra los males del mundo.”
En 1959 cuando San Pío de Pietrelcina estaba gravemente enfermo, postrado en una cama, rezó ante una imagen de la Virgen Peregrina de Fátima.
El Padre Pío tenía 72 años y estaba sufriendo pleuresía. El santo fue tan afectado que dejó de atender sus benditas confesiones, dejó de dar la bendición con Santísimo Sacramento a los fieles y de celebrar la Misa, que él tanto amaba dar.
Nuestra Señora de Fátima llegó en un helicóptero a San Giovanni Rotondo en Agosto y a partir de ese momento todo cambió para el Santo.
El día 6 de Agosto el Padre Pío fue capaz de asistir a la iglesia y se detuvo frente a la imagen de Nuestra Señora de Fátima y debió sentarse debido a su agotamiento. La estatua fue bajada hasta la altura de su rostro, el amado Padre Pío le ofreció un Rosario y le besó los pies a la imagen de la Virgen.
En el transcurso de la tarde, cuando la imagen de la Santísima estaba por dejar el convento, el helicóptero dio 3 vueltas sobre el convento, algo que más tarde ni el mismo piloto pudo explicar.
En aquel instante el Padre Pío lamentó: “Mi Señora, mi Madre, viniste a Italia y me enfermé, ahora te vas a ir y me dejas todavía enfermo”.
El Padre Pío sintió un fuerte escalofrío lleno de calor y bienestar luego el capuchino exclamo: “¡Estoy curado! ¡Nuestra Señora me curó!”. En ese momento se hizo el milagro, obteniendo una sanación al instante el Santo fraile.
La devoción del Padre Pio a la Virgen María fue expresada a lo largo de toda su vida, tanto de palabra como de obra. Dicen que el Santo solía rezar el Rosario de 15 Misterios hasta 35 veces al día. Uno de sus consejos era el de “Amar a la Señora y rezar el Rosario, porque el Rosario es el arma contra los males del mundo.”
¿Quién fue María Pyle?
Conoce la vida del Padre Pío
Película completa del Padre Pío
El Apostolado de la Alegría
El Padre Pío era un hombre muy duro contra todo tipo de pecado, pero tierno, jovial y amante de la vida. Era un conversador brillante, con la astucia para mantener en suspenso a sus oyentes. Le gustaban mucho los chistes, y en su repertorio, no faltaban los que se referían a los soldados, políticos y religiosos. De la boca del Padre Pío, el chiste y la anécdota no eran solo sano humorismo y simple distracción, sino también una especie de apostolado: el apostolado de la alegría y el buen humor.
Una tarde calurosa, en que paseaba, como frecuentaba hacer con sus hermanos e hijos espirituales, les contó esta anécdota: “Una vez entró de monje un joven juglar que no conseguía cantar los salmos ni rezar las oraciones con los hermanos, pero en cuanto el coro quedaba vacío, se acercaba a la estatua de la Santísima Virgen y le hacía piruetas para congraciarse con ella y con el Niño Jesús. Una vez lo vio el fraile sacristán y avisó al Abad. Este después de haberlo observado un rato, se maravilló de ver que la estatua de la Virgen tomó vida. María sonreía y el Niño Jesús aplaudía con sus manitas. Cada uno de nosotros, decía el Padre, hace de bufón en el puesto que Dios le ha asignado. El fraile más ignorante, ofrecía a la Reina del Cielo lo único que sabía hacer, y Ella lo aceptaba con gusto”.
La Santa Misa Explicada
Por San Pío de Pietrelcina
(Testimonio de P. Derobert, hijo espiritual del Padre Pío)
Él me había explicado poco después de mi ordenación sacerdotal que celebrando la Eucaristía había que poner en paralelo la cronología de la Misa y la de la Pasión. Se trataba de comprender y de darse cuenta, en primer lugar, de que el sacerdote en el Altar es Jesucristo. Desde ese momento Jesús en su Sacerdote, revive indefinidamente la Pasión.
Desde la señal de la cruz inicial hasta el ofertorio es necesario reunirse con Jesús en Getsemaní, hay que seguir a Jesús en su agonía, sufriendo ante esta “marea negra” de pecado. Hay que unirse a él en el dolor de ver que la Palabra del Padre, que él había venido a traernos, no sería recibida o sería recibida muy mal por los hombres. Y desde esta óptica había que escuchar las lecturas de la misa como estando dirigidas personalmente a nosotros.
El Ofertorio, es el arresto. La Hora ha llegado…
El Prefacio, es el canto de alabanza y de agradecimiento que Jesús dirige al Padre que le ha permitido llegar por fin a esta “Hora”.
Desde el comienzo de la Plegaria Eucarística hasta la Consagración nos encontramos ¡rápidamente! con Jesús en la prisión, en su atroz flagelación, su coronación de espinas y su camino de la cruz por las callejuelas de Jerusalén teniendo presente en el “momento” a todos los que están allí y a todos aquellos por los que pedimos especialmente.
La Consagración nos da el Cuerpo entregado ahora, la Sangre derramada ahora. Es místicamente, la crucifixión del Señor. Y por eso el Padre Pío de Pietrelcina sufría atrozmente en este momento de la Misa.
Nos reunimos enseguida con Jesús en la Cruz y ofrecemos desde este instante, al Padre, el Sacrificio Redentor. Es el sentido de la oración litúrgica que sigue inmediatamente a la Consagración.
El “Por él, con él y en él” corresponde al grito de Jesús: “Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu“. Desde ese momento, el Sacrificio es consumado y aceptado por el Padre. Los hombres, en adelante, ya no están separados de Dios y se vuelven a encontrar unidos. Es la razón por la que, en este momento, se recita la oración de todos los hijos: “Padre Nuestro…“
La fracción del Pan marca la muerte de Jesús…
La intinción, el instante en el que el Padre, habiendo quebrado la Hostia (símbolo de la muerte…) deja caer una partícula del Cuerpo de Cristo en el Cáliz de la preciosa Sangre, marca el momento de la Resurrección, pues el Cuerpo y la Sangre se reúnen de nuevo y es a Cristo vivo a quien vamos a recibir en la comunión.
La bendición del Sacerdote marca a los fieles con la cruz, como signo distintivo y a la vez como escudo protector contra las astucias del Maligno…
Se comprenderá que después de haber oído de la boca del Padre Pío tal explicación, sabiendo bien que él vivía dolorosamente esto, me haya pedido seguirle por este camino… lo que hago cada día… ¡y con cuánta alegría!.
Devocionario Padre Pío
“Reza, ten fe y no te preocupes. La preocupación es inútil. Dios es misericordioso y escuchará tu corazón… La oración es la mejor arma que tenemos; es la llave al corazón de Dios. Debes hablarle a Jesús, no sólo con tus labios sino con tu corazón. En realidad, en algunas ocasiones debes hablarle sólo con el corazón…” .- Santo Padre Pío –
Oración a San Pío de Pietrelcina
Padre Pío, tú viviste en el siglo del orgullo, y fuiste humilde. Padre Pío, tú pasaste entre nosotros en la época de las riquezas soñadas, jugadas y adoradas, y permaneciste pobre. Padre Pío, junto a ti ninguno oía la Voz, y tú hablabas con Dios. Cerca de ti ninguno veía la Luz, y tú veías a Dios. Padre Pío, mientras nosotros corríamos afanosos, tú te quedabas de rodillas y veías el Amor de Dios clavado a un Madero, herido en las manos, en los pies y en el corazón, para siempre! Padre Pío, ayúdanos a llorar delante de la Cruz, ayúdanos a creer delante del Amor, ayúdanos a sentir la Misa como llanto de Dios, ayúdanos a buscar el perdón como abrazo de paz, ayúdanos a ser cristianos con las heridas que derraman sangre de caridad fiel y silenciosa, como las heridas de Dios! Amén.
Oración por los niños
Buen Dios, por intercesión de San Pío de Pietrelcina, que tanto te amó y siempre en ti confió, hasta que consiguió vivir como un niño pequeño abandonado en brazos de su padre, te suplicamos por los niños, por quienes él siempre mostró predilección. Te confiamos a los niños ricos, que tienen abundancia en bienes materiales, pero que a veces carecen del afecto de sus padres. Te encomendamos a los niños más pobres a quienes nuestra sociedad de consumo ha quitado todas las posibilidades de progreso. Te imploramos por los niños sanos, para que no se crean inmortales, ni sean soberbios. Te suplicamos por niños enfermos, para que no desesperen ni caigan en la depresión. Te rogamos por los niños sin hogar, por los que sufren hambre, por los que viven en países en guerra, por los desamparados, por los que han caído en las garras de la droga, por los que son esclavos o viven como si lo fueran, por los chicos de la calle y los encarcelados. Finalmente, Padre bueno y misericordioso, queremos pedirte por quienes no te conocen, ni han oído hablar de tu Hijo: Que como el Padre Pío, muchos se compadezcan de ellos y consagren su vida a servirlos. Amén
Oración por los enfermos
Consagración a Dios Padre mediante la intercesión del Padre Pío
Te consagro mis fuerzas y mis límites: tómame como soy y haz de mí como hiciste de Pío de Pietrelcina, un buen cristiano y un honrado ciudadano que te alabe sirviendo a mis hermanos. Amén.
Oración por la conversión de los pecadores
Señor, te pido la conversión de los que, como yo, son pecadores. Quiero unirme, junto al Santo Padre Pío, a tu deseo de salvación universal, solidarizándome con mis hermanos y emprendiendo con ellos un camino de sincera conversión. Dame la gracia de cumplir tus mandamientos alimentando al hambriento, dando de beber al sediento, vistiendo al desnudo, alojando al forastero, visitando al enfermo y al encarcelado, descubriéndote y respetándote en la obra de tus manos. Cambia mi forma de pensar y de sentir, porque muchas veces no parezco hijo tuyo. Y permíteme disfrutar al final de los tiempos del banquete que tienes preparado no sólo para los que te conocen y sirven, sino también para aquellos que no han tenido esa gracia y que, a pesar de no saberlo, también son hijos tuyos. Amén.
Oración desde la enfermedad
Oración a San Pío de Pietrelcina
Quédate conmigo Señor
Quédate conmigo Señor, porque tu eres mi vida y sin ti disminuye mi fervor.
Quédate conmigo Señor, porque tu eres mi luz y sin ti quedo en tinieblas.
Quédate conmigo señor para mostrarme tu voluntad.
Quédate, Señor, conmigo, para que oiga tu voz y la siga.
Quédate, Señor, conmigo, porque deseo amarte mucho y estar en tu compañía.
Quédate conmigo, Señor, si quieres que te sea fiel.
Quédate conmigo Señor, porque aunque mi alma sea tan pobre, desea ser para ti un lugar de descanso, un nido de amor! Quédate, Jesús conmigo porque se hace tarde y el día declina…. esto es para esta vida, se acerca la muerte el juicio la eternidad…
Quédate conmigo… me es necesario doblar mis fuerzas a fin de no desfallecer en el camino y para esto tengo necesidad de ti. Se hace tarde y viene la muerte. Me inquietan las tinieblas, las tentaciones, las arideces las cruces, las penas iOh cuanta necesidad tengo de Ti! Haz que te conozca como tus discípulos al partir el pan esto es: que la Unión Eucarística sea la luz que disipe las tinieblas, la fuerza que me sostenga y la única de alegría mi corazón…
Quédate, Señor conmigo, porque cuando llegue la muerte quiero estar unido a ti, si no realmente por la santa comunión, al menos por la gracia y por el amor.
Quédate Jesús conmigo, no te pido tu divina consolación, porque no la merezco, pero el don de tu santísima presencia ¡Oh si te lo pido!
Quédate, Señor conmigo, a ti solo te busco. Tu amor, tu gracia, tu voluntad, tu corazón, tu espíritu, porque te amo y no quiero otra recompensa que amar.
Quiero un amor ferviente y profundo. Quiero amarte con todo mi corazón, aquí en la tierra para seguir amándote con perfección por Toda la eternidad. Así sea.
Oración al Señor por intercesión de San Pío de Pietrelcina
Gloria al Padre… (tres veces)
Novena al Sagrado Corazón de Jesús
I. – ¡Oh Jesús mío!, que dijiste: “en verdad os digo: pedid y recibiréis, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá”, he aquí que, confiado en tu Palabra Divina, Ilamo, busco y te pido la gracia…
Padre Nuestro, Avemaría y Gloria. Sagrado Corazón de Jesús, en Ti confío.
II. – ¡Oh Jesús mío!, que dijiste: “en verdad os digo: todo lo que pidiereis a mi Padre en mi Nombre, Él os lo concederá”, he aquí que, confiado en tu Palabra divina, pido al eterno Padre en tu Nombre la gracia…
Padre Nuestro, Avemaría y Gloria. Sagrado Corazón de Jesús, en Ti confío.
III. – ¡Oh Jesús mío!, que dijiste: “en verdad os digo: los cielos y la tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán”, he aquí que, confiado en la infalibilidad de tu Palabra divina, te pido la gracia…
Padre Nuestro, Avemaría y Gloria.
Sagrado Corazón de Jesús, en Ti confío.
Oh Sagrado Corazón de Jesús, infinitamente compasivo con los desgraciados, ten piedad de nosotros, pobres pecadores, y concédenos las gracias que te pedimos por medio del Inmaculado Corazón de María, nuestra tierna Madre. San José, padre adoptivo del Sagrado Corazón de Jesús, ruega por nosotros.
Oración a la Sangre de Cristo
Omnipotente Dios, a quien Jesucristo nos enseñó a llamar Padre, cúbrenos con la Sangre de tu Hijo. Nos proteja su Sangre para que ninguno de nosotros sea engañado, equivoque sus caminos, se deje amedrentar, ni elija el mal. Amén.
-Nos proteja la Sangre de Cristo para que entendamos a cada momento lo que conviene realizar, sabiendo distinguir lo bueno de lo malo.
-Nos proteja la Sangre de Cristo para que realicemos con fidelidad la misión que el Señor nos ha encomendado, y lo hagamos con alegría y amor, sin retrasos ni errores.
-Nos proteja la Sangre de Cristo, y sane las heridas de nuestra convivencia, componga lo roto, arregle lo que parece imposible de arreglar, y fortalezca todo lo bueno que haya en común.
-Nos proteja la Sangre de Cristo para que establezcamos relaciones con los demás, que sean sanas, basadas en valores gratos a Dios, y que nos ayuden a crecer en el bien.
-Nos proteja la Sangre de Cristo para que vivamos con santa integridad. Con armonía moral, física, mental, Y espiritual.
-Nos proteja la Sangre de Cristo contra el mal y la destrucción. Para que nuestras casas y lugares de trabajo sean habitados por la paz, el cariño, y el respeto, encontrando en ellos refugio, fuerza, y esperanza.
-La Sangre de Cristo cubra nuestros alimentos, a nuestros animales, y a nuestros viajes y traslados, protegiendo de accidentes, incidentes, daños.
-La Sangre de Cristo proteja nuestras labores y finanzas, de modo que estén cubiertas nuestras necesidades básicas.
-Nos proteja la Sangre de Cristo contra todo daño, peligro, engaño, descuido, trampa, maldad, maleficio, o acción demoníaca.
-La Sangre de Cristo nos defienda, nos limpie, repare los efectos de nuestros pecados o el de los demás, haga de manto sobre nosotros, los nuestros, y lo nuestro, de modo que su Amor impida los ataques, la destrucción, y la suciedad, proveniente de los espíritus malignos.
-La Sangre de Cristo nos cubra haciéndonos invisibles e inaudibles a los demonios.
Socorre Señor nuestras almas que redimiste con tu Sangre Preciosa. Gloria a la Sangre de Jesús, ahora y por siempre.
Padre Gustavo Seivane